Hace falta valentía para enfrentarse a los tiempos que corren. España tiene que competir con países que tienen un sistema formativo mejor y que disponen un caldo de cultivo para investigar y emprender más adecuado.
Los bancos en general se han convertido en entes financieras sin alma donde la asignación de cualquier tipo de operación que entrañe el más mínimo riesgo la realiza una computadora, seguramente atendiendo únicamente a datos de solvencia.
Cuando un pequeño empresario comienza a tener un cierto grado de éxito, en muchos casos, su cabeza, le hace elucubrar nuevos negocios potenciales en sectores que desconoce y sobre todo se salen de su ‘corebusiness’.
España aparece en los últimos puestos en algo que hace que los países tiren fuertemente para delante: se trata del nivel de tecnologización que poseen las empresas, y esto es una cuestión de competitividad. ¿Qué repercusiones tiene esa escasa apuesta por la tecnología?