La fragmentación política y económica dentro de la Unión Europea nos impide avanzar con la misma celeridad y eficiencia que nuestros competidores globales.
Hablar de Galicia es evocar paisajes verdes, costas rocosas y una tierra rica en tradiciones culturales. Sin embargo, no es la primera región que viene a la mente cuando se piensa en industria o en innovación a gran escala.
Hoy quiero abordar un tema que debería ser una alerta roja para los responsables de seguridad y equipamiento en grandes instalaciones industriales, especialmente en infraestructuras críticas.
Hoy, jueves 5 de septiembre, conmemoramos un viaje que parece no tener fin, una odisea que lleva surcando el cosmos desde 1977: el lanzamiento de la mítica sonda Voyager 1.
En un mundo donde la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, surgen diferentes actitudes hacia este fenómeno.
Al monitorizar y gestionar de manera más eficiente los recursos, se minimiza el impacto negativo del turismo en estas zonas, preservando la belleza y biodiversidad de las playas para las futuras generaciones.
Aunque para muchos significa playa, siesta y desconexión, para nosotros, los que respiramos tecnología y emprendimiento, es un momento dorado para recargar energías, aprender algo nuevo y ajustar el rumbo de nuestros proyectos.
En una época en la que la eficiencia y la puntualidad deberían ser el pan de cada día en los servicios de transporte, especialmente en aquellos de alta velocidad, nos encontramos con un panorama desolador en Galicia.
En mi artículo, crítico abiertamente la sentencia, considerándola insuficiente y señalando la falta de implementación adecuada de tecnologías de seguridad como el ERTMS, lo que considero una negligencia grave de nuestros dirigentes.
La picaresca de intentar eludir normativas no solo es irresponsable sino potencialmente trágica; la seguridad no puede ser comprometida por ahorros a corto plazo o manipulaciones deshonestas