Cada retraso en las infraestructuras del corredor Atlántico es una oportunidad perdida para Galicia junto con el noroeste español, una región que no está pidiendo privilegios, sino igualdad en las inversiones
Hablar de Galicia es evocar paisajes verdes, costas rocosas y una tierra rica en tradiciones culturales. Sin embargo, no es la primera región que viene a la mente cuando se piensa en industria o en innovación a gran escala.
Las universidades españolas, que deberían ser el principal vivero de talento para las empresas, operan casi como entes aislados, ignorando las demandas y necesidades del mercado laboral
Esta comunidad es una tierra de resiliencia, donde a pesar de los desafíos, hemos mantenido una identidad fuerte y una rica cultura.
Europa no puede seguir ignorando la necesidad de diversificar sus fuentes de energía y desarrollar una infraestructura que minimice la dependencia de actores externos potencialmente hostiles.
La ciencia y la tecnología son motores de progreso que requieren un sistema que valore la libertad, la innovación y el espíritu emprendedor.
Este hito tecnológico no solo abrió las puertas a una nueva forma de comunicación, sino que también sentó las bases para el desarrollo de innumerables tecnologías y aplicaciones que hoy son parte integral de nuestra vida cotidiana.
Es hora de que Galicia se levante y exija su lugar en la modernidad. No podemos permitir que el tiempo siga pasando sin que se produzcan mejoras significativas en nuestras infraestructuras.
En la época del descubrimiento de América, España no era solo una nación de conquistadores y navegantes; era la líder mundial en tecnología. Y así lo fue durante más de 300 años.
Celebramos el legado del Sputnik 1 como un recordatorio de que, incluso en tiempos de divisiones ideológicas, la tecnología puede ser una fuerza que une a la humanidad.