Cuando iniciamos esta serie de artículos pretendíamos desterrar todos esos tópicos que existen de Galicia (o mantenerlos, en caso de ser ciertos, basándonos en datos). Ya conocíamos la Galicia bonita, el Galicia calidade o la Galicia riquiña. Ahora conocemos la Galicia en datos.
Las empresas gallegas cuentan con un buen grado de conectividad y seguridad pero quedan todavía muchas herramientas sin impulsar como el Big Data, el internet de las cosas o el uso de la nube para el almacenamiento.
Pese a lo que se pueda creer sobre que la tecnología solo se desarrolla en las ciudades, lo cierto es que el rural juega desde hace tiempo un importante rol a la hora de poner a Galicia como ejemplo tecnológico.
Cuestiones como el fomento de otros tipos de turismo, mas allá del de toalla y playa, basados en la cultura, la gastronomía y el conocimiento de nuestras gentes, podrían ser un acicate para el crecimiento de esta industria.
Una vez más, al poner negro sobre blanco las estadísticas nos damos cuenta de que Galicia ostenta un ecosistema empresarial de muchos pocos, donde los pocos muchos son los que contribuyen en mayor proporción al PIB.
Que Galicia ocupe el penúltimo puesto de todas las autonomías en el proceso de transformación digital, medida en cuanto a la implantación del comercio electrónico, es especialmente preocupante.
Seguramente el futuro de nuestra tierra pasa por los gallegos y su capacidad de anticiparse a los movimientos económicos y a las tendencias de los mercados.
Entre los principales retos de Galicia se encuentra el hacer frente al envejecimiento demográfico del rural e incorporar nuevos avances tecnológicos al campo y a la ganadería.
Una vez más, y a la vista de los datos, nuestra Galicia queda entre el anhelo de aquello que pudo haber sido y la realidad de lo que verdaderamente es. Esa realidad que hemos fagocitado para luego asumir los hechos consumados.
Hasta ahora, los estudiantes gallegos que querían y podían ir a una Universidad Privada, tenían que salir de Galicia, hacia España o fuera del país. Galicia no lo permitía. Pero la cuestión es ¿por qué aparecen Universidades Privadas?