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las redes sociales

El tonto y el lerdo contemporáneo

Artículo original de José Antonio Ferreira Dapía, sobre las redes sociales, publicado en Mundiario el 8 de enero de 2024.


¡Ey Tecnófilos!
Las redes sociales, con su capacidad para amplificar voces y fenómenos, han jugado un papel significativo en este contexto.

En la era actual, marcada por una revolución tecnológica sin precedentes y un acceso ilimitado al conocimiento, emerge una paradoja sorprendente. Mientras que la tecnología ha democratizado el acceso a la información, facilitando aprendizaje y desarrollo personal, parece haber también alimentado una cultura de superficialidad y hedonismo. Los «tontos y lerdos» de hoy, lejos de ser meras réplicas de sus antecesores, adquieren un nuevo matiz que merece ser analizado.

Hace veinticinco años, la falta de acceso al conocimiento y la información podía ser una excusa válida para la ignorancia. Bibliotecas limitadas, educación de calidad inaccesible para muchos, y una comunicación mucho menos fluida eran barreras reales. Los «tontos» de aquel entonces operaban en un marco de limitaciones materiales que, de alguna manera, atenuaban su responsabilidad personal por su ignorancia o inacción.

Sin embargo, hoy día, la situación ha cambiado drásticamente. Vivimos en un mundo hiperconectado, donde prácticamente toda la suma del conocimiento humano está al alcance de un clic. Cursos en línea, tutoriales, foros de discusión, y un sinfín de recursos están disponibles para quien desee aprender o mejorar en cualquier campo imaginable. En este contexto, el «tonto o lerdo» contemporáneo elige, en muchos casos conscientemente, desviar su atención hacia la indulgencia en placeres efímeros, la distracción continua, y en algunos casos, la propagación de desinformación.

Este fenómeno no es trivial. La elección de ignorar oportunidades de crecimiento en favor de una vida de consumo superficial y distracción constante tiene implicaciones profundas.

Por un lado, refleja un desdén por el privilegio del acceso al conocimiento; por otro, perpetúa ciclos de incompetencia y pereza que afectan no solo al individuo, sino al colectivo social. En un mundo cada vez más complejo y desafiante, renunciar al esfuerzo que implica el aprendizaje continuo y el compromiso crítico con la realidad es una postura que no solo limita el potencial individual, sino que también compromete el desarrollo colectivo.

Las redes sociales, con su capacidad para amplificar voces y fenómenos, han jugado un papel significativo en este contexto. Han creado plataformas donde la incompetencia, la superficialidad, y hasta la vagancia, no solo se ven normalizadas sino en ocasiones celebradas. El «lerdo con iniciativa» de hoy no solo vive su vida de distracciones, sino que también busca propagar su estilo de vida, encontrando un público amplio y receptivo en el vasto mundo digital.

Es imperativo, entonces, reflexionar sobre cómo estamos utilizando el increíble acceso al conocimiento que la tecnología nos ofrece. ¿Estamos aprovechando estas herramientas para construir una sociedad más informada, crítica y competente, o estamos cayendo en la trampa de la inmediatez y el entretenimiento superficial? La educación, el pensamiento crítico, y una ética de responsabilidad y esfuerzo continuo son más necesarios que nunca para contrarrestar estas tendencias preocupantes.

En última instancia, los «tontos y lerdos» de hoy tienen, paradójicamente, más «mérito» en su ignorancia debido a la plétora de oportunidades que eligen ignorar. Este mérito no es un elogio, sino un recordatorio de la responsabilidad que cada uno tiene en una era definida por la información y la tecnología. Como sociedad, debemos incentivar y valorar el uso consciente y constructivo de las herramientas que tenemos a nuestro alcance, promoviendo una cultura de aprendizaje, curiosidad y participación activa en los desafíos colectivos.


¡Se me tecnologizan!

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