Equivócate y estás muerto, parecería el título de un thriller de acción, pero no es así. Es un reflejo fiel de la vida misma en el país donde el fracaso empresarial no tiene perdón.
Aunque el virus haya acentuado aspectos clave de los entornos VUCA, afirmar que es el principal causante de toda nuestra incertidumbre sería falso e irresponsable. El mundo globalizado, vaya, lo lleva siendo desde antes de que llegara el COVID-19.
No prestar atención a las nuevas tendencias del sector, ignorarlas, no subirse al barco cuando aún tienes oportunidad y ser superado por la competencia, son errores que se repiten una y otra vez, en todos los tiempos y en todos los lugares.
La Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos creó el término VUCA: volatilidad, incertidumbre (uncertainty), complejidad y ambigüedad. Como muchos otros términos y expresiones, su significado y contexto ya no son los mismos que en sus orígenes.
La suma de empatía y credibilidad da como el resultado confianza. Dificilísimo de lograr, pero, cuando se alcanza, el vendedor ya tiene un cliente fiel y que, incluso generará el apostolado, es decir, irá pregonando las virtudes del producto y de la empresa que lo vende.
Hemos confiado una parte de nuestro futuro a Rusia y China, dos autocracias a las que en ningún caso les importa los más mínimo el resto del mundo, que únicamente piensan en sí mismas y en su expansión.
A medio y largo plazo esta guerra también nos tiene que hacer pensar a España y a Europa en la dependencia energética de otros países y acelerar todas las alternativas autosuficientes.
Creo que la mejor estrategia de los concesionarios para adaptarse a los nuevos tiempos es pasar de ser meras empresas de distribución y mantenimiento, y convertirse en empresas de movilidad.
En esta serie de artículos vamos a analizar las empresas que no supieron adaptarse, a quienes no gestionaron sus negocios correctamente, las casas que de una forma u otra fracasaron y quedaron relegadas a un segundo plano.
Mal pagados, mal considerados e incluso mal tratados, navegan por nuestras carreteras también cargados con sus propios sueños, anhelos y esperanzas, con la ilusión de que algún día se les reconozca, aunque sea de manera silenciosa, el mérito que por justicia merecen.