A las empresas de transporte se les ha empujado a la innovación. No ha sido por iniciativa propia el pasar de un Euro 3 a un Euro 4 y así sucesivamente: lo han propuesto más los fabricantes que la petición del sector.
Guardar los datos que generamos ha sido uno de los retos de los sistemas informáticos. Hacerlo además con garantías de seguridad, lo es todo.
Pese a lo que se pueda creer sobre que la tecnología solo se desarrolla en las ciudades, lo cierto es que el rural juega desde hace tiempo un importante rol a la hora de poner a Galicia como ejemplo tecnológico.
Quizá sea en la educación donde Galicia recupere un poco las enormes diferencias que hay en otras cuestiones con respecto a otras comunidades de España, y mucho más con otras regiones europeas.
Competir es muy difícil. Competir en diferenciación puede ser posible. Ahora bien, cuando se trata de competir en volumen, la cosa adquiere un cariz muy diferente.
Una vez más, al poner negro sobre blanco las estadísticas nos damos cuenta de que Galicia ostenta un ecosistema empresarial de muchos pocos, donde los pocos muchos son los que contribuyen en mayor proporción al PIB.
Que Galicia ocupe el penúltimo puesto de todas las autonomías en el proceso de transformación digital, medida en cuanto a la implantación del comercio electrónico, es especialmente preocupante.
Los seres humanos somos analógicos, no digitales. Y esta es una cuestión que nunca debemos olvidar aquellos que nos dedicamos a la tecnología; que deberá, en cualquier caso, penetrar las barreras de nuestro entendimiento por nuestros cinco sentidos disponibles, y adaptarse a los parámetros de estos.
Si no estás atento a los ángulos en tu visión frontal, no tienes en cuenta a los actores del mercado y no te gastas la pasta en creatividad e innovación, compras todos los boletos de la rifa para pegártela con todo el equipo.
Seguramente el futuro de nuestra tierra pasa por los gallegos y su capacidad de anticiparse a los movimientos económicos y a las tendencias de los mercados.