Emprendimiento
el cocido de lalín

Lalín, el cocido y el emprendimiento

Artículo original de José Antonio Ferreira Dapía, sobre el cocido de Lalín y el emprendimiento, publicado en Mundiario el 9 de febrero de 2024.

Ey, ¡Tecnófilos!

Más que un viaje físico, el autobús del emprendimiento se erige como un microcosmos de sueños y experiencias compartidas.

Hoy es un día especial, un día que se tiñe de celebración y compañerismo. Más de 40 empresarios de toda Galicia se reúnen para compartir no solo un plato, sino también sus sueños y ambiciones. El destino: el Templo del Cocido en Lalín. Pero este viaje no es solo un traslado físico, sino una travesía hacia el fortalecimiento de lazos y la creación de oportunidades.

El autobús del emprendimiento, así bautizado por sus ilustres pasajeros, no es un simple vehículo. Es un microcosmos de sueños, de luchas, de éxitos y, por qué no, de fracasos superados. Cada empresario a bordo lleva consigo su historia, su visión y, sobre todo, su firme creencia en que la tecnología no es un gasto, sino una inversión crucial para el futuro.

En Lalín, el cocido no es solo una comida, es un rito. Un rito que celebra la tenacidad, la autonomía y la libertad de ser dueño de tu destino. Entre bocado y bocado, se tejen historias, se comparten experiencias y se consolidan alianzas. Este es el verdadero networking: una fusión de sabores y saberes, donde el «roce» no solo hace el cariño, sino que también construye puentes de oportunidades.

Hoy, estos empresarios demuestran que la brecha digital puede ser cerrada, no solo con tecnología, sino también con humanidad. Se confirma que la tecnología es la herramienta más efectiva para hacer las empresas más competitivas, pero también se reafirma que detrás de cada empresa hay un corazón, un espíritu emprendedor que late fuerte.

El «Templo del Cocido» se convierte en un escenario donde los límites se difuminan. No hay competencia, sólo colegas, compañeros de viaje en este fascinante mundo del emprendimiento. En cada risa, en cada brindis, resuena un eco de solidaridad, de apoyo mutuo, un recordatorio de que, aunque el camino del empresario es muchas veces solitario, hoy no están solos.

Hoy se celebra más que el éxito empresarial; se celebra la estirpe de los emprendedores, ese linaje invisible que une a quienes se atreven a soñar y a construir. Hoy, en Lalín, no solo se alimentan cuerpos, sino también almas emprendedoras.

Al volver en el autobús, cada uno llevará consigo algo más que recuerdos. Llevarán nuevas ideas, nuevos contactos, quizás el inicio de un proyecto conjunto o el germen de una futura colaboración. Pero, sobre todo, llevarán la certeza de qué en este mundo empresarial, el roce no solo hace el cariño, sino que también enciende la chispa de la innovación y la cooperación.

En este día de celebración, brindemos por estos valientes, estos soñadores, estos arquitectos de futuros. Que cada kilómetro recorrido en el autobús del emprendimiento sea un paso más hacia un futuro donde la tecnología y la humanidad vayan de la mano, donde ser empresario sea sinónimo de ser un constructor de sueños.

¡Se me tecnologizan!

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