La pregunta que le haría a Nikola Tesla si viviera.
Artículo original de José Antonio Ferreira Dapía, sobre Nikola Tesla, publicado el 25 de octubre de 2024.
¡Ey Tecnófilos!
Imaginemos que, de alguna forma mágica o tecnológica, pudimos sentarme a conversar con uno de los grandes visionarios de todos los tiempos: Nikola Tesla. Sin duda, un ingeniero y tecnólogo adelantado a su época que aún hoy sigue asombrándonos. Tesla no solo vio el futuro, sino que soñó con uno en el que la tecnología mejorase de forma decisiva la vida de todos, no solo de unos pocos. ¿Qué no nos atreveríamos a charlar con un hombre que, en su soledad, dibujó la senda hacia el mundo moderno en su mente y en sus cuadernos?
Sin embargo, en medio de todas las preguntas posibles, creo que habría una, solo una, que me consumiría por dentro, una que le formularía con la máxima curiosidad de tecnófilo apasionado:
“Nikola, soñaste con dar energía libre y accesible a la humanidad. ¿Cómo crees que visión esta hubiera cambiado el mundo, y cómo ves el papel de la empresa en llevar estas tecnologías a todos sin perder su esencia humanitaria?»
Tesla soñó con un sistema de transmisión de energía sin cables, una electricidad sin barreras ni intermediarios, fluyendo libre para todos, sin restricciones de recursos ni limitaciones económicas. Si tuviera la oportunidad de escuchar su respuesta, probablemente hablaríamos sobre el equilibrio entre la empresa y la misión social, sobre si la tecnología ha de estar al servicio del negocio o de la gente, y sobre los desafíos éticos que Tesla mismo hubiera enfrentado en un mundo donde el capital y el mercado a veces distorsionan la innovación pura.
Para un tecnólogo y empresario, este planteamiento va mucho más allá de una pregunta de negocio; es un dilema filosófico. Se trata de si, en un mundo de competencias y capital, las empresas podemos realmente avanzar como canalizadores de las visiones humanitarias y utópicas de los grandes inventores. Tesla, que se dedicó a su obra con fervor casi espiritual, quizás respondería con una mezcla de esperanza y advertencia, tal vez incluso una nota de amargura ante los abusos y la manipulación del progreso tecnológico en favor de intereses reducidos.
Sin duda, esta conversación con Tesla sería como asomarse a un precipicio lleno de revelaciones, en el que un hombre que abogaba por una humanidad conectada y próspera nos pondría a prueba para reconsiderar los valores de nuestras propias empresas y el impacto de la tecnología en las vidas de las personas. Una charla que, para quienes nos definimos como tecnófilos, representaría la oportunidad de redescubrir la esencia del progreso como algo más que simple negocio: como un camino hacia el bien común.
¡Se me tecnologizan!