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El emprendimiento y la tecnologización

El emprendimiento y la tecnologización

Artículo original de José Antonio Ferreira, «El emprendimiento y la tecnologización«, publicado el viernes 12 de junio de 2020 en El Progreso.

El emprendimiento y la tecnologización

La tecnología, sin lugar a duda, está de moda. No hay foro que se precie dónde no se hable de blockchain, IoT, bigdata, inteligencia artificial, machine learning y un largo etcétera de disyuntivas tecnológicas. Es decir, la famosa transformación digital y la industria 4.0, que todo ello nos lleva a la tan manida cuarta revolución industrial.

Qué vamos a decir de los políticos que constantemente se llenan la boca con estos términos y que, en una gran mayoría de ocasiones, no saben de lo que hablan ya que no han trabajado o dirigido una empresa en su vida.

La tecnología nunca debería ser un fin en sí misma, es decir, el acto de tecnologizar debería tener como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas y, como consecuencia, contribuir al desarrollo de la humanidad.

Si entendemos la tecnología como la aplicación palpable de la investigación y del conocimiento científico estaremos de acuerdo en que es, seguramente, la responsable de que, en más o menos un siglo, hayamos duplicado la esperanza de vida en el mundo occidental. Y no solo referido al tiempo que vivimos sino y, lo que es más importante, a la calidad de tiempo de vida que tenemos.

Refiriéndonos al mundo de la empresa, la tecnología tampoco deber ser un fin en sí misma, sino que tiene obligatoriamente que contribuir a mejorar los procesos y a ahorrar costes, es decir, deberá contribuir de manera capital a la competitividad de la empresa. En definitiva, la tecnología debería posibilitarnos hacer lo máximo con los mínimos medios posibles.

El emprendedor deberá tener muy en cuenta en su empresa el factor tecnológico ya que es lo que le va a permitir ser competitivo. Le permitirá salir a la arena del mercado bien armado, en condiciones de luchar por un hueco en el mercado.

Pero mucho cuidado con las inversiones que realizamos en tecnología. No debemos caer en optar por soluciones que no necesitamos, la decisión merece un acto de prudencia y reflexión previa, fruto de un análisis exhaustivo de los requerimientos que se precisan para la realización del cometido de la empresa.

El pecado empresarial de la “tecnolujuria” en muchas ocasiones lleva a la compañía a tener que asumir inversiones que simplemente no se precisan, incrementando los costes y lastrando gravemente la cuenta de resultados.

Tecnologizar la empresa merece, inevitablemente, una concienzuda toma de requisitos de las necesidades de la compañía, observando detalladamente todos los procesos y sus puntos críticos tanto desde el punto de vista técnico como desde una visión de costes.

Por eso el VI Mandamiento Emprendedor reza: «Tecnologizarás» sin caer en la «Tecnolujuria». 

El cementerio empresarial está plagado de empresas que en su día cometieron errores estratégicos en la concepción de los costes y la reducción de los mismos, pero ojo, tanto en su defecto como en su exceso. Y en estos casos, los excesos también se pagan.

Aplicando escrupulosamente este mandamiento evitará que la “tecnolujuria” acabe convirtiéndose en un pecado mortal de necesidad.