La delgada línea roja entre la libertad y la seguridad.
Artículo original de José Antonio Ferreira Dapía, sobre la vigilancia con drones en Francia, publicado el 5 de septiembre de 2023.
El crecimiento en el uso de drones por parte de las fuerzas de seguridad de nuestro país vecino, Francia, ha generado debate y preocupación entre los defensores de las libertades civiles. Desde abril, tras la promulgación de un decreto, los drones se han convertido en una herramienta común para vigilar desde grandes concentraciones hasta barrios completos.
El propósito principal de esta medida es combatir actividades delictivas, supervisar manifestaciones y garantizar la seguridad en eventos masivos, especialmente de cara a los Juegos Olímpicos de París. Sin embargo, organizaciones como la Liga de Derechos del Hombre (LDH) señalan que a menudo se aprovechan situaciones trágicas para justificar restricciones a las libertades.
Una de las implementaciones más notables fue la vigilancia con drones en los suburbios parisinos para prevenir enfrentamientos entre bandas rivales. Pero, ¿hasta qué punto se respeta la privacidad del ciudadano? El decreto estipula que los drones no pueden filmar el interior de las viviendas y, en caso de hacerlo, las imágenes deben ser eliminadas en 48 horas. Además, se prohíbe el uso de reconocimiento facial y la grabación de sonido.
A pesar de estas regulaciones, el hecho de que una persona no pueda rechazar ser filmada por un dron despierta inquietudes en cuanto a la privacidad y derechos del individuo.
Francia, ¿un precedente para otros países en la vigilancia con drones?
Este uso creciente de la tecnología en Francia podría sentar un precedente para otros países, incluyendo el nuestro. Es esencial mantener un equilibrio entre la seguridad y el respeto a las libertades individuales, y el caso francés es un claro ejemplo de los desafíos que esta intersección presenta.
La delgada línea roja entre la libertad y la seguridad es un recordatorio constante de que, en nuestra búsqueda de un mundo más seguro, no debemos olvidar o sacrificar las libertades que definen nuestra humanidad. En un mundo en constante cambio y evolución tecnológica, debemos preguntarnos: ¿Dónde trazamos la línea? ¿A qué estamos dispuestos a renunciar en nombre de la seguridad? Y más importante aún, ¿cuál es el verdadero costo de esa renuncia? La respuesta a estas preguntas determinará el tipo de sociedad en la que elegimos vivir.