En pleno mundo digital, donde la información transcurre a la velocidad de la luz, la tecnología mejora la vida de las personas de una forma inimaginable hasta hace unos años
Gracias a la gestión de flotas inteligente, los taxistas de Bilbao han sido capaces de unirse junto con el Ayuntamiento para dar un buen servicio, organizarse, poder competir con las nuevas compañías VTC y poder vivir de manera racional
Hace mucho tiempo que vengo luchando contra lo que denomino tecnolujuria, hoy voy hablaros de un término similar: la gastrolujuria, que en el sector de la restauración no es más que el uso indebido de la tecnología en materia de inversión
No todo el mundo está dotado para hacer una ingeniería o una carrera técnica. Esto no hace más que enriquecer al género humano, ya que por suerte no todos somos iguales y el nivel de aportación a la comunidad es necesariamente diverso.
Escribo este post desde un foro muy adecuado, me encuentro en el IoT Solutions World Congress de Barcelona, un salón monográfico orientado al Internet de las Cosas. El mundo del IoT supondrá una enorme oportunidad para hacer negocios.
Existe un concepto denominado “singularidad”, incluso existe en los Estados Unidos una Universidad de la Singularidad patrocinada por Google y por otros monstruos del sector tecnológico.
Lituania es un país en el que desde hace años se ha desarrollado de manera vertiginosa el mercado de la tecnología. Escribo estas líneas desde allí, para contaros las impresiones sobre la sociedad y las empresas de este país bálticos que otrora perteneció a la URSS.
La tecnología en las empresas no tiene sentido si no contribuye a mejorar su competitividad. Y para ser competitivos hay que ser capaces de medir la producción, siempre con datos fríos, y cuanto mayor sea el tamaño de muestra, mejor para la empresa.
La tecnología y los sistemas de ayuda a la conducción, tan de moda en los albores de la conducción autónoma, dotan al vehículo de una inteligencia jamás soñada y estoy convencido de que en el futuro los accidentes pasarán a ser muy eventuales e incluso anecdóticos.
Como suele ocurrir, los prejuicios suelen jugarnos malas pasadas. Generalmente nos hacemos una imagen en la distancia absolutamente errónea de muchos de los países que no hemos visitado y Bielorrusia no iba a ser la excepción.