Hemos confiado una parte de nuestro futuro a Rusia y China, dos autocracias a las que en ningún caso les importa los más mínimo el resto del mundo, que únicamente piensan en sí mismas y en su expansión.
Hemos confiado una parte de nuestro futuro a Rusia y China, dos autocracias a las que en ningún caso les importa los más mínimo el resto del mundo, que únicamente piensan en sí mismas y en su expansión.